LA ALHÓNDIGA O BARRIO DE LOS CRISTIANOS

Fuera del recinto murado existía en Ceuta, ya en el primer lustro del siglo XIII, un barrio, cuyos moradores eran cristianos. Su ocupación ordinaria era la de mercaderes por eso se le denomina con el nombre de Alhóndiga, Alfóndiga o en latín «villa o vicum». Su procedencia era muy diversa contándose entre ellos pisanos, marselleses y provenzales, incluso algunos historiadores añaden franceses. En este barrio existía una pequeña iglesia o ermita destinada a la celebración de los servicios religiosos y cultos cristianos conocida con el nombre de Santa María de Marruecos.

A la llegada de Daniel y Compañeros había un presbítero llamado Hugo que atendía a los cristianos de la alhóndiga, además de dos sacerdotes más, uno dominico y otro franciscano. Aunque su presencia era circunstancial y no tenían encomendada ninguna misión entre los cristianos. Es muy verosímil que uno de estos sacerdotes que, al parecer estaban de paso, fuera el celebérrimo Mariano de Génova, autor de una carta datada en Ceuta el 27 de octubre de 1.227 y dirigida al padre Elías en la que le da cumplida cuenta de la llegada de los siete religiosos, de su viaje, de sus incidencias y de su martirio.

En la espera de los restantes frailes, Daniel, León y Ángelo que habían llegado primero, se dedicaron a predicar e instruir a los cristianos con quienes algún tiempo convivieron. Después que se les unieran los otros cuatro frailes menores y durante el tiempo que estuvieron conviviendo con los cristianos y con el sacerdote Hugo, nacieron lazos de amistad, simpatía, agradecimiento y amor cristiano que les hizo sentirse unidos en los momentos de dolor y de sufrimiento, por lo que estando los Mártires encarcelados se acordaron de esos cristianos que tan caritativamente les habían cogido y juzgaron prudente escribirles una carta, que es verdaderamente digna de unos santos y heraldos de la fe:

«Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones. Que preparó al Patriarca Abraham la víctima del Sacrificio, quien también salió por mandato del Señor, de su tierra, ignorando a donde iría por lo que se le reputó en justicia y fue llamado hijo de Dios. Así pues el que es sabio que se haga necio para ser sabio, porque la sabiduría de este mundo es necedad para Dios.

Sabed que nuestro Señor Jesucristo que padeció por nosotros y dijo: "Id y predicad el Evangelio a toda criatura; id, no temáis a los que matan el cuerpo" y en otro lugar: "no es el siervo mayor que su señor, si a Mí me han perseguido a vosotros os perseguirán también", ha dirigido nuestros pasos para su gloria y salvación de los fieles y honor de los cristianos y para muerte y condenación de los infieles, como dice el Apóstol: "somos buen olor de Cristo para unos olor de vida, para otros olor de muerte para la muerte.

Pues si no hubiese venido, dice Cristo, y no les hubiese hablado, no tendrían pecado, pero ahora no pueden excusarse.

Le alabaremos eternamente. Así, pues, el nombre de Cristo ha sido anunciado ante el rey y proclamado por nosotros que no hay en otro salvación verdadera y probado con sólidas razones, mediante intérprete ante sus sabios.

Al Rey de los siglos Inmortal e Invisible, solo Dios, honor y gloria por lo siglos de los sigos. Amen. Quedad bien».